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Mientras Elessar Telcontar, el regresado y legítimo rey de Gondor se mantuvo fuerte en el trono del Reino Unificado, la familia Zenat ejerció como brazo armado de lo que una vez fue un grandioso reino, pero nunca pudo ocuparse apropiadamente de las regiones norteñas. Êomer, honrando la alianza entre los hombres, estabilizó el sur y el este de Endor y, pese al inesperado desenlace tras la Guerra del Anillo, consiguieron establecer una paz entre alfileres. Sin embargo, las regiones del norte de la Tierra Media, pese a su anexión al Reino Unificado, no pudieron gozar de la protección que iban a necesitar: con el Monte del Destino aun bullendo, Ni Elessar ni Êomer pudieron ofrecer ni suficientes pobladores, ni suficiente protección. Las regiones próximas al ancestral enemigo tuvierion prioridad, pero Annúminas renació para seguir condenada a la destrucción.

GondorSoldiers

El complicado equilibrio se desmoronó con la aparición de nuevas fuerzas migratorias. Del páramo del Norte surgió un nuevo pueblo de Elfos. Se hacían llamar a sí mismos los Corsarios, con una maldad y estilo de guerra no conocido hasta la fecha; y una raza de orcos más corpulenta y belicosa que sus análogos de la tierra de Mordor. Estos movimientos migratorios fueron tan inesperados como violentos y despiadados. No eran enemigos ni amigos de ninguna fuerza; ni se conocían sus motivaciones exactas. Otro flanco se declaró en conflicto para el Reino del Hombre.

Se produjeron numerosos asaltos y pillaje, de bandas orcas huérfanas sin el Señor Oscuro, pero en cambio organizadas y despiadadas; los Enanos condenados al encierro en sus refugios de la Montaña y con apenas fuerza de mantener sus fronteras estables; un pueblo Elfo cada vez más mermado y entre la decisión dramática de partir a Valinor o mantener su oposición a las fuerzas oscuras aún presentes en la Tierra Media. Todo esto hizo inevitable un conflicto a gran escala, donde tanto unos como otros pelearon por cada palmo de terreno donde extender sus fauces.

La vejez de Elessar Telcontar no hizo sino empeorar la situación. En el 115 C.E., viejo y enfermo, con su mejor aliado muerto hacía ya casi cincuenta años, el Rey de Gondor toma su última decisión: Gondor no puede proteger las tierras que otrora protegiera. Elessar sabe que está condenando a la Tierra Media a una época de inestabilidad incontrolable. Pero cansado, abatido por el postrero fracaso de su reinado, y como el que observa a las palomas pelear por un pedazo de pan, decide observar la destrucción de la Tierra Media desde el último torreón de la Ciudadela de Minas Tirith, con el Arbol Blanco volviéndose a marchitar como testigo silencioso del enésimo declive de Gondor.

La clausura de Gondor dejó via libre a las fuerzas oportunistas: Laiana y Anduriel , comandantes de los Corsarios, reclamaron el Bosque Negro para los Corsarios a su estilo: clavando una flecha en el cuello de Thrandûil el Rey, y dejando al resto una simple decisión: o servir a los Corsarios, o a los salones de Mandos. Por otro lado, los orcos del norte fueron liberados del yugo esclavo e instalaron en la vieja Gundabad su capital. Las regiones del Noreste, la bella comarca, Rivendell, Eriador, nuevo Annúminas... ahora no eran más que el escenario de constantes batallas y enfrentamientos que habían dejado la otrora tierra próspera convertida en un erial.

AragornDeath

Así que no era de extrañar que en el año 120 C.E, la noticia de la muerte de Elessar Telcontar corriera como el viento y se recibiera con sensaciones encontradas en todo lo largo y ancho de la Tierra Media. De su sucesor, Eldarion Telcontar, poco se podía reseñar. Aunque su valía estaba fuera de toda duda, no iba a tener la personalidad de contradecir la última decisión militar de su padre el gran Elessar. Este hecho, sumado a su nula experiencia en un mundo en guerra, anunciaba el fin de la próspera pero corta, muy corta, vida del Reino Unificado.

La Guerra, La Violencia, la Inestabilidad, el Desorden, el Sufrimiento... Todo ello alimentando de nuevo el alma de Morgoth que espera a encadenado por Angainor al otro lado del mundo. Y ahora, con los Istari desaparecidos, muertos o en las Tierras Imperecederas; con Elfos que no siguen a nadie más que a sí mismos; el Reino del Hombre desmoronado nada más comenzar su era; los Enanos lamiendo sus heridas y acumulando sus tesoros; las fuerzas de Mordor rearmándose y los seguidores del Señor Oscuro liberados de su yugo, la venida de la Dagor Dagorath es profetizada por tantos ancianos, sabios y Elfos que aún quedan en Arda.

Nadie podía imaginar que este iba a ser el fatídico destino que siempre tuvieron reservado los Vâlar para el Hombre y su dominio.

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